miércoles, 19 de agosto de 2009

Serie: viajes y curiosidades de la naturaleza ¿no humana?




Incluso alguno puede verse inmortalizado en un óleo, como este maravillooso pintado por Ángeles Felices y que ha titulado Limonero de la huerta de Peñíscola.
El original va a estar unos días en Peñíscola, en la exposición que se anuncia en el díptico.





Da igual si se es un simple musgo o liquen. Da igual si se vive en agua salada. Da igual si se es hermosa o delicada. La vida se puede vivir de mútiples formas.






Va a ser cuestión de que, mientras se pueda, se disfrute al máximo de lo que se nos brinda. Y si se puede sacar fruto, como estas fresas salvajes, pues se saca, y si se puede lucir estupendamente, pues se luce, como hacen todas estas preciosas plantas y plantitas neerlandesas.


El caso es que, crecer en una maceta tampoco te asegura una larga vida.


Porque la vida en la calle es muy dura, y lo esperable es que llegue la muerte sin remedio. Esto le pasó a esta planta, que había conseguido, antes de perecer, un tamaño considerable, para ser una planta callejera.


Estas últimas fotos presentan plantas que alguna vez fueron plantadas por humanos y que luego se escaparon de las jardineras o macetas. Eso sucede, con facilidad, pero también sucede que algunas plantas no plantadas nunca antes se aprovechen de las macetas de algún vecino.
He aquí unas malvas verdaderamente inteligentes en cuanto a averiguar dónde sobrevivir.





Incluso, en ocasiones, los lugares más expuestos pueden ser lugares estupendos donde crecer, pues puedes encontrar a alguien que te ayude, proteja, e incluso riegue, aunque sea sin intención. Estas plantas crecen donde mejor les parece.





Algunas parecen tímidas, porque aparecen escondidas en pequeños huecos, pero son valientes por nacer en lugares tan poco apropiados para que se de la vida. En esto me recuerdan mucho a los humanos, que somos capaces de crecer en cualquier parte, por adversas que sean las circunstancias. Un árbol cortado no se resiste a dejar de existir y vuelve a brotar. Una zarzamora puede sobrevivir en la insípida arena de la playa. Un respiradero, por pequeño que sea, ofrece un huequecito y, si además aparcan las bicis, el sol puede ayudar a la fotosíntesis aún contando con la protección extra de los radios del biciclo. Las vías son peligrosas, pero también pueden ser peligrosas para otros y por tanto seguras para nosotros.




Estas otras también han sabido encontrar sus hueco, su minúsculo espacio de tierra y humedad, apartado del tráfico de zapatos y ruedas, para poder crecer.


Estas fotos las hice en cuatro lugares de los Países Bajos: Amsterdam, Zandvoort aan zee, Haarlem y Utrech. El lugar importa, porque las condiciones climáticas tienen mucho que ver con el fenómeno de que las plantas, cultivadas por humanos o no, se den expecialemente bien en estos lugares. También es importante que allí se sienta cierta pasión por el cultivo de flores, lo que hace que haya una gran concentración de semillas y flores a disposición de insectos y pájaros, que las reparten por todas partes. El agua, elemento fundamental en la construcción de estas ciudades, ayuda a que crezcan de manera especial estos "habitantes sin derecho a voto". La historia de los Páises Bajos: el nacimiento de una burguesía fuerte; el establecimiento de la primera República de Europa; el éxito en los negocios de los hombres y mujeres del lugar; la tolerancia con otros pensamientos, religiones, formas de vida; el esfuerzo que han dedicado y dedican a sus trabajos... Todo ello son elementos que saltan inmediatamente a la conciencia en cuanto pones pie en suelo holandés. Y por tanto, como diría mi amiga Mª José Barrios, el punto de vista cambia radicalmente y el recién llegado se da cuenta de que aunque las casas son distintas a las que se ven en la mayoría de ciudades europeas, no dejan de ser casas; que las personas no dejan de ser personas con sus virtudes y sus defectos; pero que algo distinto bulle entre sus calles y sus canales. Ese "algo" lo encontré en las pequeñas plantas que pueblan todos los rincones, y que no invaden la ciudad porque en muchos lugares son continuamente pisadas por transeuntes, bicicletas, automóviles, tanvías, carros de la compra, carricoches, etc.
Las plantas aparecen en cualquier lugar. No hablo de los jardines creados por los humanos, ni de las jardineras que ocupan las fachadas de muchas de las casas de estas ciudades. Hablo de esas que nadie ha plantado a propósito, sino que nacen porque han encontrado un pequeño hueco protegido. La de esta foto está protegida por el bordillo y el pie de la farola. Ahí habí aun espacio seguro y lo ha aprovechado.