viernes, 20 de agosto de 2010

Imperio





          El último imperio europeo, el austro-húngaro, tenía su capital en Viena, Wien, en Austria. Hoy quedan restos de aquel esplendor que disfrutan los turistas de todo el mundo que allí acuden. Son restos en piedra. Pero también hay otros restos que no se pueden fotografiar porque están en el espíritu con el que se mueve todo en Viena.
           Las fotografías que propongo son de los monumentos del imperio que están en los lugares públicos de ÇViena, Baden y Salzburgo, pero siempre está bien mirar un poco más allá de ellos.
           Hay monumentos con forma de fuente interior:


          Otros se destinaron a fuentes monumentales en exteriores:


 


 


 

                                                                   
 


 



                                                                  


          Están las esculturas mitológicas, abrumadoramente protagonizadas por la muerte:


 

 

          Las imágenes religiosas son también importantes en cuanto a su cantidad y monumentalidad:


 


 
                                                                        


 

          Por supuesto, los civiles han engrandecido el imperio: músicos, escultores, arquitectos, escritores...


 


 


 

          Lo suyo, como no, es la profusión de amorcillos:


 


 

          Aunque algunos nos muestren escenas un tanto dudosas para nuestro pensamiento políticamente correcto. Estas tres estelas estaban una al lado de la otra: amorcillos que cazan, leen y... beben:



                                                                   



         Tampoco faltan las esculturas modernas, siempre algo más difíciles de entender:


 


  

   

          Ni se hecha de menos el sanísimo sentido del humor:


 



          Pero, el imperio es omnipresente, el tiempo del esplendor, con María Teresa... los Hasgurgo, claro:



 

          Un imperio que ya no existe, porque no existen ese tipo de imperios, pero que no debemos olvidar que cayó como caen todos... y, este, que no es un imperio como aquel, también caerá. Menos mal.
















domingo, 4 de abril de 2010

Delimitar

Las rejas, verjas, vallas, limitan los espacios. Para empezar, se construyen en todos los casos para separar espacios públicos de espacios privados. Prohiben el paso, lo dificultan, lo impiden, son óbice, cortapisa y valladar de metal o piedra que nos encontramos al paso. Por ejemplo, estas son algunas que encontré hace muy poco en París, La France:






Hay quien opina que los límites son necesarios, y que tienen una ventaja evidente aunque no fácil de aceptar: nos dan espacio. Se entiende que a la vez que separan, crean espacios para que cada uno tenga uno propio. Quizá lo que no acabo de entender es lo del espacio propio que parece que me "dan" otros. Ojalá yo fuese capaz de darme mi propio espacio. Ojalá pudiese hacerlo sin utilizar vallas, ni verjas, ni rejas. Ojalá no usasemos los humanos esos marcadores invisibles que impiden a otros buscarse la vida donde consideren más oportuno. Pero no va a ser fácil. Para empezar, la primera valla que se interpone entre los habitantes del mundo es la dificultad de entenderse en una sola lengua. Ha llegado la globalización... ¿sí? Fíjate, hay momentos en los que yo no la veo, y eso que las rejas están por todas partes.